Las redes sociales nos ayudan a crear relaciones sociales, pues a través de ellas se pueden compartir ideas, sentimientos o, simplemente, lo que se está haciendo mediante fotos, textos o vídeos.
A nivel teórico todos somos conscientes de las ventajas que tienen las redes sociales, pero, a nivel práctico nos encontramos con ciertas desventajas. Lo que al principio parecía ser una magnífica idea ha ido empeorándose con el paso del tiempo. Y es que, leyendo los medios de comunicación nos llevamos las manos a al cabeza alarmados por lo nocivo que puede ser su uso. Pero, ¿realmente es así?
Imagine por un instante que entrevista a una persona de la tercera edad y en un momento dado le pregunta sobre las redes sociales. Aunque no se puede averiguar su respuesta, pues es una situación hipotética, no le debería extrañar que este respondiese de manera despectiva. No es nada nuevo que a las personas de avanzada edad les resulte desagradable este invento, pues no lo comprenden, y en su mayoría, no lo usan. En cambio, los jóvenes de ahora sienten cierta atracción incontrolable hacia esta nueva manera de comunicarse. Pero, ¿por qué?
Como cualquier adicción, el usuario busca un sentimiento de alivio momentáneo para evitar una emoción incómoda. Un “adicto al móvil” es quien huye de una realidad poco placentera. Es decir, los adolescentes se escabullen de su entorno y hallan “su hogar” más allá de la vida real. Pero, nos seguimos preguntando, ¿por qué?
Personalmente, y en contra de la opinión popular, creo que el adolescente del siglo XXI sufre muchos problemas en su día a día. Se hallan en un momento histórico donde la sociedad avanza y ellos deambulan entre personas que tienen distinta percepción del bien o el mal. Por ejemplo, imagine a un adolescente homosexual que tiene unos progenitores que piensan que la homosexualidad es algo antinatural. Este puede sentirse arropado fácilmente en las redes sociales, pues allí puede llegar a conocer a personas que están en su misma situación. Esto, evidentemente, ayudará muchísimo a la salud mental y al correcto desarrollo de la identidad del individuo.
Así que, ¿las redes sociales son tan nocivas? Realmente, creo que no. Verdaderamente, podemos darnos cuenta que tienen bastantes desventajas, pues compartir tu vida privada con gente que no conoces supone un riesgo. No obstante, pienso que un joven puede encontrase muy bien emocionalmente dentro de las redes sociales, pues puede encontrar gente con la que sentirse identificado y arropado.
PAULA ORTIZ GARCÍA 3º ESO A
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